martes, 24 de febrero de 2009

Esos labios no tocarán los míos


No se andaban con sutilezas estas americanas que pujaban por un mundo sin alcohol. La historia comenzó a mediados del siglo XIX, pero tuvo especial repercusion tras la guerra ciivl americana. En esta época, muchas mujeres se lanzaron a las calles a defender una ley seca, una determinación que trataban de lograr con una canción que hizo célebre: Lips that touch liquor, shall not touch ours.
Fueron un movimiento realmente célebre en la época, lo que llevó a que fueran no sólo diana de numerosas críticas, sino también de la ironía y la burla. Así, esta imagen corresponde a una película filmada en el Black María, el estudio cinematográfico de Thomas Alba Edison y se trata de una visión satírica de aquellas mujeres luchadoras.
(Gracias Peñas!)

domingo, 15 de febrero de 2009

Del "unto indio" y otros remedios


Otra jugosa (y nunca mejor dicho) anécdota de las andanzas de nuestros antepasados en la Conquista del Nuevo Mundo es la del llamado "unto indio". En las abundantes escaramuzas que los soldados españoles libraban con los indígenas americanos, las frecuentes heridas sufridas en el fragor de la batalla solían cauterizarse con pólvora, cuando disponían de munición abundante, o con un hierro al rojo vivo, pero también se podía hacer con grasa animal. Cuando ésta escaseaba, se echaba a la hoguera el cadáver de algún indio muerto en combate y la grasa hirviendo que exudaba su cuerpo se vertía en las heridas. Es preciso recordar que los sanitarios que acompañaban a las expediciones bélicas eran ante todo hombres de armas que también tenían conocimientos como barberos, sacamuelas y cirujanos, pero no poseían demasiados conocimientos médicos. Se conoce el caso del alemán Philip von Hutten, conquistador de Venezuela, que recibió un profundo lanzazo a través de un hueco de su coraza. A Diego Montes, sanitario de la expedición, se le ocurrió la idea de montar a un indio en el caballo del alemán, colocarle su coraza y clavarle la lanza en el mismo punto del cuerpo y con la misma trayectoria. Después, le abrió y comprobó que el lanzazo no había dañado órganos vitales. Así supo cómo curar al teutón.

martes, 10 de febrero de 2009

HUMOR NEGRO


Las grandes hazañas de la Conquista de América son muy conocidas, pero esa historia también tiene su letra pequeña. Entre las muchas anécdotas dignas de contar, está el fúnebre caso de Pedrarias Dávila, que gobernó despóticamente Panamá a lo largo de 16 años (1514 a 1530). Este patibulario personaje se hacía acompañar siempre por un ataúd y, en ocasiones, asistía en su interior a la celebración de su propio funeral.
Resulta que unos años antes de embarcar rumbo al Nuevo Mundo, Pedrarias sufrió un ataque de catalepsia tan fuerte, que cuando despertó estaba dentro del ataúd en que lo iban a enterrar. Desde entonces, en todos los aniversarios de esa fecha y en otras ocasiones señaladas, se hacía oficiar su funeral en vida metidito en su caja de pino.
Tanto se jactaba de haber vencido a la muerte, que casi lo consigue. No murió hasta los noventa años cumplidos, después de haber diezmado a la población indígena de Panamá.
Sólo hay que mirar su retrato para confirmar que, en este caso, la cara es el espejo del alma.